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El estrés es un síntoma del que se percata nuestro cuerpo al estar frustrados, enojados o nerviosos.
Este se desarrolla como una tensión emocional que puede afectar a tu cuerpo de diferentes maneras ya que se liberan dosis de adrenalina la cual te proporciona una energía extra para afrontar cualquier situación estresante en tu vida.
Hay muchos factores que podrían generar estrés de forma corta o prolongada; todo depende de cómo afrontes los desafíos y qué tanto te moleste o incomode.
Puedes llegar a estresarte por motivos realmente importantes, como problemas de salud, tu desempeño laboral o tu vida en familia y en pareja.
Pero también hay situaciones leves que podrían generarte estrés poco a poco como la pérdida de algún objeto valioso, algún correo preocupante o el querer obtener algo, pero no tener las posibilidades aún para conseguirlo.
El estrés de desarrolla de muchas maneras, pero siempre habrán señales que te ayudarán a identificar el estrés, como podría ser la ansiedad. Esta es la manera en la que el cuerpo reacciona ante el estrés, y puede manifestarse aunque la situación no conste de un peligro real.
Si la ansiedad continúa podría generar inconvenientes físicos como problemas para conciliar el sueño, problemas digestivos o cardiovasculares e incluso la alopecia.
Por este motivo son muchos los doctores que recomiendan intentar llevar la vida en paz y con calma, disfrutando de los pequeños placeres que se te presentan y dejando de lado los inconvenientes de la monotonía.
¿Qué es el estrés?
Técnicamente, el estrés es la reacción adversa que tiene un individuo ante una presión excesiva u otro tipo de demanda.
En el lugar de trabajo, los efectos negativos y perjudiciales del estrés pueden surgir en momentos en los que las presiones son extremas, como los periodos de máxima actividad, pero también pueden ser causados por la exposición continua a condiciones estresantes, como estar en un trabajo inadecuado o ser tratado injustamente.
Fuera del trabajo, el estrés negativo puede ser causado por acontecimientos de cambio importantes, como una muerte en la familia, pero también por la presión continua de tener una vida limitada o dominada por la situación laboral.
El estilo de vida y el manejo de las emociones son factores esenciales para mantener una buena salud mental, emocional y física.
Los estudios también demuestran que las personas con desórdenes emocionales presentan una mayor cantidad de problemas físicos o crónicos y las personas que tienen trastornos de ansiedad, padecen más enfermedades físicas.
El estrés es personal en el sentido de que afecta a los individuos de diferentes maneras.
En situaciones o condiciones similares, algunas personas superan, incluso prosperan, la presión, mientras que a otras les resulta difícil afrontarla y sufren un estrés negativo como resultado.
También es personal en el sentido de que el grado de control que el individuo tiene sobre las condiciones de su lugar de trabajo, los acontecimientos y el equilibrio entre la vida laboral y personal, influirá en la cantidad de estrés negativo que sufra.
Aquellos individuos con mayor control tolerarán y gestionarán los niveles de estrés, o los evitarán por completo, con mayor éxito.
Como identificar el estrés
El estrés es una palabra que se ha puesto de moda que se utiliza en muchas situaciones. Entonces es difícil saber bien cuándo se trata de estrés o cuándo es sólo una cuestión de cansancio.
Lo que debe saberse es que ante los síntomas que se han mencionado, sobre todo cuando son varios de ellos los que confluyen, se debe prestar atención, porque puede transformarse en un problema serio.
La persona estresada modifica su comportamiento, sus actitudes habituales y hasta el humor. Por eso, prestar atención es vital para la persona.
Se debe aprender a “escuchar al cuerpo”, ya que en el cuerpo se manifiestan las dolencias. Él nos informa cómo se encuentra y si no se le presta atención, puede aumentar la gravedad de los primeros síntomas.
Las señales más frecuentes de estrés son:
- Emociones: ansiedad, irritabilidad, miedo, fluctuación del ánimo, confusión o turbación.
- Pensamientos: excesiva autocrítica, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, olvidos, preocupación por el futuro, pensamientos repetitivos, excesivo, temor al fracaso.
- Conductas: tartamudez u otras dificultades del habla, llantos, reacciones impulsivas, risa nerviosa, trato brusco a los demás, rechinar los dientes o apretar las mandíbulas; aumento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas; mayor predisposición a accidentes; aumento o disminución del apetito.
- Cambios físicos: músculos contraídos, manos frías o sudorosas, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello, perturbaciones del sueño, malestar estomacal, gripes e infecciones, fatiga, respiración agitada o palpitaciones, temblores, boca seca.
¿Qué es un episodio de estrés?
En un episodio de estrés, todo el sistema nervioso del ser humano se predispone a una acción física y aumentan las hormonas en la sangre.
La frecuencia de los latidos del corazón aumenta, junto con la presión arterial. La respiración se acelera, se tensionan los músculos y comienza un rápido consumo de la energía corporal.
¿Hay un estrés positivo?
La medicina y la psicología hablan de una dosis equilibrada del estrés, que resulta buena para el desarrollo de la vida cotidiana y para mantener la salud.
Se trata del estrés positivo, que permite a la persona mantener una mayor vitalidad, más resistencia física y optimismo en el desarrollo de cada acción, pone a la persona más vivaz y alegre.
Pero, sufrir una gran dosis de estrés en un tiempo prolongado hace que se desequilibre el organismo y comience a padecerse pesimismo, una mayor irritabilidad, cansancio extremo y la persona sea más pesimista.
¿Qué puede provocar el estrés negativo?
Los eventos que fueron mencionados al principio son el motivo que lleva a una persona a estresarse, pero las causas de esos cuadros se pueden resumir en:
- Altas expectativas.
- Exceso de responsabilidades.
- Autoestima baja.
- Hábito de fumar.
- Poca convivencia familiar o con afectos.
- Poco tiempo para realizar actividades.
- Exposición al ruido constante.
- Preocupaciones constantes.
- Miedo persistente.
- Alimentación inadecuada.
- Problemas de tránsito diarios.
- Cambios bruscos en la temperatura ambiental.
- Problemas para conciliar el sueño.
- Tragedias familiares o cercanas.
- Permanentes discusiones.
Poder identificar las causas, evaluarlas dentro del contexto considerando su gravedad, hará que se evite el estrés negativo.
Distintos grados de estrés
A pesar de que el estrés se siente de igual manera sin importar cuál sea la situación, existen diferentes factores que se dividen en dos tipos de estrés diferentes:
Estrés agudo
El estrés agudo es un sentimiento que va a corto plazo. Es esa subida de adrenalina momentánea que se genera por alguna sorpresa repentina o alguna sensación rápida como algún susto o una situación en la que te veas forzado a actuar instintivamente.
El estrés agudo también se presenta cuando estás a punto de realizar una actividad totalmente nueva para ti o alguna acción emocionante por la cual estés nervioso.
Se trata de un estrés a corto plazo y que tiene una duración corta. Es un sentimiento que ayuda al control de situaciones dolorosas. Todas las personas pueden sentir este estrés en algún momento de sus vidas.
Son ejemplos del estrés agudo lo que se siente al pelear con una persona con mucho enojo, cuando se conduce un vehículo y se reacciona a un posible peligro frenando de manera repentina, o cuando se conduce una bicicleta o un vehículo a grandes velocidades.
Ya que su duración es corta no ocasiona problemas que incidan mucho en la salud. Pero si se responde de una manera exagerada puede llegar a provocar molestias estomacales, diarreas, contracturas musculares, dolor de cabeza intenso, junto a demostraciones de ira, ansiedad o depresión.
El suceso que se le presente a la persona puede sufrirlo de manera directa o indirecta. Se trata de un episodio sufrido directamente cuando se enfrenta y se expone personalmente al sufrimiento de un acto violento o que sienta que lo expone al riesgo de vida.
Una exposición indirecta consiste en presenciar lo que le sucede a terceros, que en general son familiares o allegados a la persona.
Cuanto más grave sea el episodio protagonizado, o cuando sea recurrente en el tiempo, es más probable que aumenten también las posibilidades de desarrollar un estrés agudo. Entonces, el estrés agudo nace de una exigencia puntual, es de corta duración y puede manejarse fácilmente.
Los síntomas que pueden observarse y a los que hay que prestar atención serían:
- Sensación de nerviosismo.
- Síntomas de tensión muscular.
- Cansancio repentino.
- Excitación excesiva.
- Dolor de cabeza.
- Manos y pies fríos.
- Sentimientos de tristeza o depresión.
- Ligera ansiedad.
Estrés crónico
A diferencia del anterior, el estrés crónico dura un tiempo prolongado. Estas situaciones se extienden por meses, o incluso años, llegando a parecer normales para cada persona ya que se acostumbran a ellas.
Si llegas a este punto de estrés es cuando podría comenzar a sobrepasar la salud mental y afectar a la salud física.
Cuando el estrés crónico se extiende hasta la salud física, esta comienza por síntomas comunes que podrían generarse por otros desencadenantes sin imaginarte que el estrés sería el causante de ellos.
Dolor de espalda, acné repentino, dolor de cabeza, pérdida de memoria a corto plazo y falta de interés en las cosas que solías disfrutar son algunos de los síntomas más comunes y más peligrosos que podrías experimentar a causa del estrés.
Debes aprender a reconocer aquellos factores dentro de tu vida que te llevan a este límite y evitarlos inmediatamente.
La persona llega a acostumbrarse a sentir este estrés que se extiende en el tiempo y considerarlo ya como que no fuera un problema, sintiendo que es parte de su existencia.
La persona se siente infeliz y vulnerable, afectando su autoestima, sus motivaciones y disminuyendo la energía que necesita para afrontar su vida cotidiana.
Hay síntomas observables que se manifiestan cuando la persona sufre de estrés crónico. En general la persona no suele asociar esos síntomas físicos o mentales con el estrés que padece.
Si la persona sufre de alguno o de varios de estos síntomas, puede estar padeciendo un estrés crónico:
- Taquicardia repentina.
- Insomnio o dificultades para conciliar el sueño.
- Presión en el pecho.
- Dolores de cabeza en toda su extensión o en zonas localizadas.
- Dolor muscular y cansancio.
- Cambios en el peso, ya sea obesidad o pérdida notable que peso.
- Malos hábitos alimenticios o pérdida de apetito.
- Problemas digestivos.
- Intestino irritable.
- Diarrea o estreñimiento.
- Pérdida o aumento de peso considerable.
- Catarros frecuentes, que se dan por una baja en las defensas.
- Caída de cabello.
- Presión arterial alta o insuficiencia cardíaca.
- Problemas de irritación en la piel sin causa conocida.
- Acné, eczemas.
- Desarreglos en la menstruación.
- Pensamientos negativos y obsesivos.
- Angustia y agobio continuos.
- Ansiedad y depresión.
- Agotamiento sin causa aparente.
- Problemas de memoria.
- Falta de concentración y despistes frecuentes.
- Problemas en la vida sexual.
- Desgaste físico y envejecimiento.
- Cambios notables en la conducta.
- Cuello o mandíbula rígidos.
- Uso de alcohol o drogas para poder relajarse.
Como se ve, algunos de estos síntomas se confunden con los síntomas de otras enfermedades. La mejor forma de diagnosticar el estrés en cualquiera de sus grados es acudiendo a un especialista para que realice las pruebas y estudios médicos que sean necesarios.
Lo importante es estar atento a la aparición de estos síntomas y no minimizarlos o considerarlos algo común en la salud.
Cuando no se trata de manera correcta y no se llega a controlar, el estrés podría causarle problemas de salud importantes o en depresión.
Diferencias entre estrés agudo y crónico
La diferencia más notable es la duración en el tiempo, que puede llegar a ser de meses. La persona comienza un acostumbramiento a esa situación ya que vive en constante estado de estrés, hasta que un problema de salud serio haga que preste atención a ese estado de estrés.
El estrés crónico se considera un enemigo silencioso, que se produce en la vida de una persona que vive una situación sin salida, en la que se siente atrapada, donde confluyen frente a esa situación problemas en sus relaciones, problemas en su economía, frustración por el desarrollo de su trabajo, se siente deprimido y sin ganas de hacer nada.
El estrés en la vida es inevitable, porque las ocasiones en las que se activa son innumerables y comunes, pero la persona debe mantenerse atenta para no permitir que eso lo paralice ni que afecte su salud para convertirse en crónico.
El estrés crónico llega a ser agotador para quien lo padece, porque produce un desgaste físico continuo y permanente en quien lo sufre y afecta no sólo a la persona sino a todo su entorno familiar, de amigos y laboral.
En muchas ocasiones lleva a la persona a la idea de suicidarse, por el desgaste emocional y físico que se presenta, que en ese momento parecen ser irreversibles. Es importante saber que es posible tratarlo, que esa idea de suicidio debe ser superada, y que nada lo justifica. Y que puede ser tratado por un psicólogo con terapia.
En ocasiones lleva a infartos de miocardio o a sufrir enfermedades sistémicas, como ser el ictus.
Como el estres afecta al cuerpo
Ante la mala alimentación o las pocas horas de un sueño reparador, el sistema inmunológico empieza a verse afectado y disminuyen las defensas de nuestro cuerpo, aumentando el riesgo de enfermedades como la gripe, el herpes y en un grado extremo de estrés, el cáncer.
Al dejar de hacer ejercicio físico o empezar a fumar mas, es el sistema cardiovascular el que se empieza a ver afectado, aumentando la presión arterial que a su vez aumenta el riesgo de enfermedades coronarias.
Si tu consumo de café o alcohol es el que sufre el incremento, el sistema gastrointestinal es el que se verá afectado con cambios en los ácidos gástricos, aumentando el riesgo de trastornos digestivos, úlceras y reflejos.
Cuando una persona está sometida a una gran cantidad de estrés, los primeros síntomas que se empiezan a notar en nosotros son: Dormir poco, se empiezan a saltar las horas de los alimentos, se come mas aprisa y mayor cantidad, se fuma mas, aumenta el consumo de café o de alcohol.
Y claro, los primeros en notar estos síntomas en nosotros son las personas con las que convivimos a diario, ya sea en el trabajo o en casa, las que nos rodean.
Otros síntomas que pueden ser causados por el estrés laboral, el estrés de la vida cotidiana o el estrés ocasionado por nuestros propios pensamientos son:
- Problemas con el sistema inmunológico, asma, úlceras, falta de energía, depresión, nerviosismo, paranoia, etc.
- Problemas en la piel como el acné, la urticaria y la resequedad.
- Problemas de alcoholismo, suicidio, drogadicción, tabaquismo, etc.
- Reducción de la capacidad de combatir y recuperarse de las enfermedades.
- Dolor de cabeza, mareos, déficit de atención, ansiedad, irritabilidad, enojo y pánico.
- Tensión en quijada, rechinar de dientes.
- Aumenta el ritmo cardiaco, embolias, hipertensión, diabetes, arritmias.
- Padecimiento digestivos, malestares estomacales, dolor abdominal, intestino irritable, diarrea y/o estreñimiento.
- Sobre peso y obesidad.
- Disminuye el deseo sexual.
- Tensión muscular, fibromalgia, síndrome de dolor regional.
¿Cómo eliminar estos riesgos?
- Ejercítate frecuentemente.
- Come saludable: frutas, verduras, y respeta tus horarios de comida.
- Duerme de 7 a 8 horas diarias.
- Utiliza técnicas de relajación, como la respiración profunda.
- Mantente en comunicación con tus familiares y amigos.
- Conoce muy bien tus responsabilidades y cúmplelas.
- Busca ayuda cuando lo necesites.
- Ayuda a otros.
- Escribe, canaliza tus sentimientos y emociones.
- Distribuye adecuadamente tu tiempo de trabajo.
- Ríe y juega.
- Canta y baila.
- Realiza largos paseos a pie.
Como puedes cambiar tu vida para poder manejar el estres
Cuando ya los síntomas se han identificado, el paso siguiente es comenzar a cambiar hábitos de vida, cambiar el enfoque de cómo la percibe cada uno, buscar un profesional que ayude a canalizar la energía y que oriente al paciente.
Las estrategias para afrontar el estrés buscan prevenir o controlar los excesos en las demandas procedentes del entorno o bien de nosotros mismos.
En los casos en que la situación que nos genera estrés es inevitable, como un examen o una lesión, el desafío consiste en hacer frente a la situación de la manera más saludable posible, lo cual incluye no seguir haciendo aquello que sabemos, por el pasado, que no nos ha dado resultado.
La persona debe volver a repensar su vida para superar el estrés:
- Establecer prioridades claras y precisas.
- Debe comenzar a delegar responsabilidades y tareas.
- Aprender a decir que no cuando realmente no puede cumplir con ese compromiso.
- Hacer lo que debe en tiempo y forma y si no se llega a hacer, considerar el hacerlo al día siguiente, sin sacrificar las horas de descanso.
- Olvidarse de los problemas del trabajo al salir de él.
- Dejar de asumir grandes responsabilidades o de tratar de cumplir grandes retos.
- Establecer plazos más distantes en el tiempo.
- Proponerse metas más fáciles de alcanzar.
- Hacer ejercicio físico de manera regular dos o tres veces a la semana.
- Elegir una disciplina de gimnasia que esté dentro de los gustos personales, para que no resulte un sacrificio realizarla.
- Comer de manera adecuada, respetando los horarios de comidas, sin saltear ninguna y destinando el tiempo necesario para la ingesta.
- Preferir las frutas y verduras antes que las comidas preparadas.
- Realizar ejercicios de meditación, y dedicar tiempo en el día para lograr la calma, por ejemplo, con un baño de inmersión, una taza de té o con la lectura de un buen libro, o conversando con amigos o la familia.
- Disfrutar de la organización de eventos familiares o laborales, distribuyendo las tareas, permitiendo que las personas cercanas ayuden.
- Reconocer las cosas que no pueden cambiarse ni alterarse, para no derrochar energía en ellas.
- Evitar las situaciones estresantes.
- Dormir lo suficiente, acorde a las actividades que se realizan.
Cambiar la perspectiva y la actitud ante la vida cotidiana es el desafío más importante una vez que se identificó el estrés. La consulta a un médico especialista o a un psicólogo serán necesarios para un buen diagnóstico y una posterior terapia.
El estrés reduce el deseo sexual
El estrés puede llegar a niveles tan altos en los que oprime a la mente de una manera muy específica.
Esto causa que el cuerpo se vea afectado sufriendo agotamiento y podría verse afectado también el deseo sexual. En los hombres esto puede verse representado de diferentes maneras más allá de solo el deseo sexual.
Cuando el estrés se convierte en crónico los niveles de testosterona sufrirán las consecuencias reduciendo en gran medida su producción normal. La cantidad de esperma que genera el hombre también se vería afectada encontrando une disminución notable en la textura y el color.
La disfunción eréctil y la impotencia son causadas por el estrés crónico. Cuando los niveles de estrés sobrepasan los límites del hombre, sus hormonas se alteran de gran manera causando que la disfunción eréctil se haga presente.
En casos contrarios, la impotencia también hace aparición a causa del estrés crónico provocando que la mente se concentre más en los problemas que en el deseo sexual.
Este tipo de inconvenientes en las relaciones sexuales traen aún más problemas a la mente ya que solo generará aún más estrés por parte del hombre al ver que no podrá satisfacer a su pareja sexual o sentimental.
El estrés crónico también es causante de infecciones en los órganos reproductores del hombre, como la próstata o los testículos, haciéndolo vulnerable a contraer alguna bacteria que podría afectar de manera negativa a su vida.
Problemas graves causados por el estrés
El sistema digestivo podría verse muy afectado a causa del estrés provocando acidez estomacal o estreñimiento a largo plazo. Incluso el hígado podría comenzar a producir azúcar y esta se dirigiría al torrente sanguíneo.
Un aumento de glucosa adicional tan repentino podría provocar en algunas personas el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 a causa del estrés.
El estrés causa que los músculos del cuerpo reciban más oxígeno, lo cual podría desencadenar en tensión muscular y esta lleve a dolores de cabeza o dolores corporales.
Si la persona bajo estrés posee antecedentes médicos en cuanto al sistema respiratorio, los efectos del estrés crónico podrían dificultar aún más la respiración.
Si se presentan situaciones que provoquen un alto índice de estrés el corazón se verá involucrado y comenzará a bombear sangre más rápido e incluso aumentará la presión arterial.
Si el corazón trabaja muy rápido durante un tiempo prolongado podrían aumentar los riesgos de sufrir un derrame cerebral o, incluso, un ataque al corazón.
La memoria también se ve involucrada bajo los efectos del estrés. Este afecta al hipocampo cerebral, haciendo que el acceso a la memoria a corto plazo se vuelva un poco complicado. Es decir, a mayor estrés, más probable se vuelve tener lagunas mentales en la memoria, como no saber qué querías hacer, por qué abriste la nevera o dónde dejaste las llaves hace un minuto.
La habilidad de aprendizaje también se ve involucrada en este sentido, haciendo más difícil retener información nueva y memorizarla para el futuro creando así distracciones no deseadas.
Las enfermedades provocadas por estrés son reales y afectan de media o gran manera a las personas dependiendo de qué tan grave sean sus problemas. Cada quien debe aprender a sobrellevar sus conflictos y buscar una manera para reducir el estrés diario que las actividades puedan estar provocándote.
Ten en cuenta todo lo leído en este artículo e impleméntalo en tu vida para evitar niveles de estrés elevados y todos los problemas que el estrés crónico crea a largo plazo.
Los auto-masajes pueden ayudarte a eliminar el estres
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Para aplicar este automasaje eliminador de estrés, puedes tomarte de 5 a 30 minutos.
- Apoya ambos codos sobre una mesa y coloca los dedos en la parte de atrás del cuello en ambos lados de la columna. Mano derecha sobre el lado derecho del cuello, mano izquierda sobre el lado izquierdo del cuerpo. Inclina ligeramente la cabeza hacia el frente. Asegúrate de estar en una posición cómoda. Enseguida, con la yema de los dedos, trabaja a lo largo del cuello, por ambos lados de las vértebras, rotando los dedos y aplicando presión.
- Baja la mano izquierda y apóyala sobre la mesa, la mano derecha apóyala sobre el hombro izquierdo. Gira ligeramente la cabeza hacia el lado opuesto del lado en que estás dando masaje, aprieta el músculo entre los dedos y el monte de la palma de tu mano, moviéndola de la base del cuello a la orilla del hombro.
- En la misma posición que el paso 2, pon los dedos sobre el músculo del hombro y mueve las yemas en círculos aplicando cierta presión, una vez más moviéndose de la base del cuello a la orilla del hombro.
- Cambia de la lado y repite los pasos 2 y 3.
- Para complementar el masaje toma los lóbulos de las orejas entre el pulgar y el dedo índice, cierra los ojos y visualiza una escena tranquila y agradable. Respira profundamente y al exhalar tira de los lóbulos hacia abajo y hacia fuera muy despacio.
- Toma un poco de agua y listo, el masaje ha terminado.
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